Procedimiento post-mortem
Uno. Estoy sentado en mi habitación, hay que cerrar la puerta con llave (claro, será más práctico y evitaré interrupciones indeseables). Frente a mi yacen con meticulosidad premeditada un lapicero de tinta negra y una hoja grande, tan vacía como mis exiguas entrañas. Pero esperen, mis manos tiemblan y las lágrimas están manchando la hoja blanca; tomaré un buen suspiro. Garabateo con una caligrafía lamentable un título que dice "Para mi familia y seres amados" y me lamento mil veces por nombrar esa maldita carta de manera tan estúpida, pero qué importa ya. (¿Qué demonios ocurre ahora?) No logro conectar mi mente con mis manos y las palabras con las que intento empezar la carta se me hacen llanas y sin sentido, ya no hay cohesión (Pero a nadie le importará) Dos. Creo que ya es muy tarde, pero supongo que nunca es tarde o temprano para la muerte. (Claro, después de todo vendría por mi cuando menos lo pensara y prefiero controlar mi propio destino a base de mi propia decisión) ...