lunes, 29 de septiembre de 2014

Chakana, Killari.

Para ella, el mundo era su lugar, su único lugar, el recuerdo fresco del cambio constante y caótico embriagaba sus sentidos a cada momento, a cada compás de la brújula tallada en su pecho. Ella, a veces, pensaba en su veneno de color esmeralda. Pensaba en la fantasía del dolor que drogó a la muerte, y en el futuro, escrito con lluvia en los pétalos de las rosas.

Para el, el mundo real era solo un lugar complicado, imperfecto y lo peor de todo: impredecible. El se sentía inmerso en su universo particular, domado por sus manos, perfecto, blanco y negro sin grises ni brillos que cegaran sus ojos. El se sentía completo, a gusto, pero vacío dentro de su fortaleza de letras, completamente blindado de toda ley impuesta para los hombres.

Ellos eran así, únicos y aterradores espectros, Dioses despreciables y aterradores, fantasmas nacidos en el futuro y bañados de forma excelsa el uno con la luz del otro. Cubiertos por el conocimiento del lejano pasado que se acerca a cada instante en el horizonte infinito. 

Solo ellos lo saben, pero hay una magia indiscutible en la premonición. Una magia que se filtra entre las comisuras del spleen y la alegría anticipada de aquellos que saben qué nos traerá el futuro. en la particular sonrisa que se traza en el rostro de quienes conocen su porvenir.

Así eran ellos dos, lejanos e incompatibles como la luz del amanecer y las sombras del ocaso, acreedores de las serenades y odas de los genios entre la distancia siempre constante.

Para ellos, vida y muerte, cómplices del orgullo de los hipócritas, ninguna palabra quedaba lejana o en el olvido. Pese a la oscuridad, al frío, a la soledad, o a las cadenas.

Ellos, recuerdos del bramar del mundo, vagos fantasmas de lujuria otoñal, son sueños, de aquellos humanos imperfectos pero infinitamente justos. de aquellos que sueñan cada noche con los gemidos del otro, de aquellos que han deseado con cada gramo de su ser el cargar la semilla del otro, retoñada gracias al abrazo de la eternidad.

Ellos, son tus sueños.
Mis sueños.
Tus amores prohibidos.
Tu, mi amor prohibido.
y yo, tomando tu mano.
mientras pienso, que besarte, es utopía.

Dosis Diarias