Chakana IV
Escribo de
noche otra vez, en mi dormitorio, atormentado por el deseo visceral de decir lo
que, calificado como ingenuidad fácilmente, no se puede expresar en todo caso
como se siente. Y de hecho, quiero decir muy poco: solo que me siento tan
ansioso que tiemblo cada vez que pienso en el chance de verte de nuevo
¿Y qué
pasa si te digo que el beso que nos dimos aquella noche, en el mismo lugar de
nuestro primer beso aún me marca? ¿Y si te digo que cada vez, a cada momento en
el que paso por esa larga recta oscura, pienso en ti, en nosotros, en ese
primer beso que me tuviste que robar en aquella primera ocasión y que se volvió
tan vital como el aire para mí? ¿en qué quiero abrazarte una noche entera
simplemente para dejar de sentir tanto frio dentro de mí?
En estos tres
años separados he entendido finalmente que no te podré superar nunca en lo más mínimo.
Porque aunque la vanidad y mi ego han escogido en más de una ocasión, el amor
verdadero no escoge. Cualquiera que ha llegado después de ti, ha de ocupar
siempre un segundo lugar.
Creo que el
espacio y el tiempo no son suficientes para que el baile de ocasos que llena mi
corazón sea moldeado por algo distinto a tu presencia. Creo sinceramente que te
buscaré en cada posible ocasión en la que te tenga cerca, porque aún albergo la
esperanza de devolverte a una senda trazada para los dos. Así también creo que
hemos mutado tanto que pasamos de ser sombras a ser luces primigenias, y aun
así no basta el cambio para que mis entrañas dejen de desear verte y hacerte
tan mía como nuestro primer beso, como nuestras citas, como nuestra primera vez.
Pero
después de cada reencuentro entiendo que me encuentro en algún punto entre
el amor y el odio para ti. Y no sé si la promesa de que todo va a ser distinto,
bello y sublime sea suficiente para trazar un camino nuevo a tu lado. A veces,
tengo la seguridad de que así será y tengo la esperanza de que sea esta la
ocasión.
He
intentado cortar nuestros lazos y aun así al alejarme no puedo dejar de pensar
en la forma en cómo se mueve tu cabello, en tus caderas o en esa sonrisa
entronada por los dos ojos más hermosos que he visto y que tantas veces me mata
y me devuelve de un tirón a esta tierra que se hace insípida cuando me alejo del
calor de tu presencia.
Sabes? Quiero
estar contigo. Porque me sacas de mis hechizos protectores y me dejas perplejo
ante tu sola presencia y el regalo de la tranquila y ansiosa existencia de tu
aura que tanto me recuerda la nuestra años atrás. Porque cada vez que cierro
los ojos entre los parajes de tu tierra y de nuestros pasos, te veo.
A veces
pienso que no lees mis cartas, que simplemente no te alcanzan, o que te desvían
trabajos urgentes. Es muy triste esto, pero es mejor de todos modos que pensar
que no has hecho caso a mis letras sencillamente. y porque aunque a veces creo
que no tengo el derecho más mínimo de pretender tu atención, vuelvo y miro mis
pasos, y recuerdo que tus palabras fueron el impulso necesario para llegar
donde estoy ahora.
Te pienso.
Inkarry.
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