jueves, 20 de marzo de 2014

Chakana IV

Escribo de noche otra vez, en mi dormitorio, atormentado por el deseo visceral de decir lo que, calificado como ingenuidad fácilmente, no se puede expresar en todo caso como se siente. Y de hecho, quiero decir muy poco: solo que me siento tan ansioso que tiemblo cada vez que pienso en el chance de verte de nuevo

¿Y qué pasa si te digo que el beso que nos dimos aquella noche, en el mismo lugar de nuestro primer beso aún me marca? ¿Y si te digo que cada vez, a cada momento en el que paso por esa larga recta oscura, pienso en ti, en nosotros, en ese primer beso que me tuviste que robar en aquella primera ocasión y que se volvió tan vital como el aire para mí? ¿en qué quiero abrazarte una noche entera simplemente para dejar de sentir tanto frio dentro de mí?

En estos tres años separados he entendido finalmente que no te podré superar nunca en lo más mínimo. Porque aunque la vanidad y mi ego han escogido en más de una ocasión, el amor verdadero no escoge. Cualquiera que ha llegado después de ti, ha de ocupar siempre un segundo lugar.

Creo que el espacio y el tiempo no son suficientes para que el baile de ocasos que llena mi corazón sea moldeado por algo distinto a tu presencia. Creo sinceramente que te buscaré en cada posible ocasión en la que te tenga cerca, porque aún albergo la esperanza de devolverte a una senda trazada para los dos. Así también creo que hemos mutado tanto que pasamos de ser sombras a ser luces primigenias, y aun así no basta el cambio para que mis entrañas dejen de desear verte y hacerte tan mía como nuestro primer beso, como nuestras citas, como nuestra primera vez.

Pero después de cada reencuentro entiendo que me encuentro en algún punto entre el amor y el odio para ti. Y no sé si la promesa de que todo va a ser distinto, bello y sublime sea suficiente para trazar un camino nuevo a tu lado. A veces, tengo la seguridad de que así será y tengo la esperanza de que sea esta la ocasión.
He intentado cortar nuestros lazos y aun así al alejarme no puedo dejar de pensar en la forma en cómo se mueve tu cabello, en tus caderas o en esa sonrisa entronada por los dos ojos más hermosos que he visto y que tantas veces me mata y me devuelve de un tirón a esta tierra que se hace insípida cuando me alejo del calor de tu presencia.

Sabes? Quiero estar contigo. Porque me sacas de mis hechizos protectores y me dejas perplejo ante tu sola presencia y el regalo de la tranquila y ansiosa existencia de tu aura que tanto me recuerda la nuestra años atrás. Porque cada vez que cierro los ojos entre los parajes de tu tierra y de nuestros pasos, te veo.
A veces pienso que no lees mis cartas, que simplemente no te alcanzan, o que te desvían trabajos urgentes. Es muy triste esto, pero es mejor de todos modos que pensar que no has hecho caso a mis letras sencillamente. y porque aunque a veces creo que no tengo el derecho más mínimo de pretender tu atención, vuelvo y miro mis pasos, y recuerdo que tus palabras fueron el impulso necesario para llegar donde estoy ahora.

A veces desearía abandonar tu imagen, pero no quiero, este no es tiempo de hacer tal cosa. Nuestras tareas están severa y precisamente definidas. Te volveré a ver. Y nuestros ojos se conectarán de nuevo como lo hicieron otrora tanto tiempo, y algún día, tal vez, no querrás que te suelte la mano.

Te pienso.
Inkarry.

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