martes, 7 de julio de 2009

¡ LA TIERRA SE ENCOGE !

¿Hasta cuándo se pretenderá falsear la realidad?
Muchas son las cuestiones que nos han deparado las últimas décadas, pero lamentablemente, entre todas, prevalece como eje del guión que nos toca vivir, el esfuerzo que los países ricos hacen para mantener a toda costa los privilegios adquiridos.


Mientras en estos países ricos pronto podan permanecer conectados con el teléfono móvil a internet las veinticuatro horas del día, el resto de la humanidad está incomunicada detrás de las murallas, alambradas, cercos y leyes anti-extranjeros con las que se protegen; cualquier día del año podemos darnos el gustazo de comer cualquier fruta tropical aunque en los Trópicos y en el africa la escasez de alimento aumenta en la proporción que se pudren las reservas en nuestros graneros; nos gastamos millones de eurodólares en cualquier producto de consumo banal -con el consiguiente despilfarro de energía y producción de residuos- y los pobres, con sumo cuidado, gestionan su pobreza; los mecanismos de defensa avanzan a paso marcial, porque claro, estos privilegios hay que defenderlos.

Mantener este desequilibrio no lo resiste la Naturaleza y reacciona con fenómenos inusuales como los que hemos podido observar en estos últimos años: las llamadas cínicamente "catástrofes naturales". Porque, en primer lugar, la magnitud y frecuencia de estos fenómenos naturales tienen su origen en el comportamiento humano que está derivando en un cambio climático, y segundo, porque los daños ocasionados por los terremotos, inundaciones y huracanes, responden proporcionalmente a la situación de penuria de las zonas afectadas. Injustas realidades que contrastan con nuestra opulencia.


Como decíamos los cambios en los patrones climáticos son cada vez más frecuentes y más alarmantes. Y la razón de este cambio climático, el efecto invernadero, ya se puso encima de la mesa en 1992 en la cumbre de las Naciones Unidas celebrada en Río de Janeiro. El 50% del calentamiento global se debe a emisiones de CO2 proveniente de la actividad humana: de los 30.000 millones de toneladas de CO2 que cada año se inyectan a la atmósfera cerca del 80% proviene del consumo de la energía fósil (petróleo, gas natural y carbón), el 20% restante proviene de la deforestación, especialmente en los países en vías de desarrollo. Cada año se destruyen 11 millones de hectáreas de bosques tropicales para el consumo de maderas tropicales, el gasto imparable de papel, la utilización de la madera como combustible y la reconversión a tierras agrícolas y ganaderas. Nos olvidamos de que los bosques regulan el flujo de las aguas, la retienen en épocas de lluvias y la ceden regularmente en épocas de sequía. Al desaparecer la cobertura de los arboles aumenta también la erosión. En definitiva rompemos la mágica armonía de la Naturaleza.


Paralelamente
la pobreza y superpoblación empuja a los pobres a asentarse en las tierras más inestables, en zonas sísmicas o en las laderas de las ciudades convertidas en cinturones de miseria, con casas precarias totalmente vulnerables. En un reciente informe Koffi Annan detallaba que el 90 % de las víctimas de estos desastres son los pobres del Tercer Mundo, los expulsados y excluidos del Planeta.


¿Cuál será el límite para que los países dominantes sean capaces de reaccionar?
Tal vez las lamentables desgracias de fin de año ocurridas en el norte de Francia podrían ser un detonante. Tal vez lo será ver nuestros mares y océanos negros y viscosos. Quizás habremos de esperar a que los científicos nos informen que la Tierra está menguando. Que se está encogiendo, que el magma se derrite y evapora, como un globo con un pinchazo... y que no cabremos en Ella.


En 1885 el cacique Seattle, en una hermosa carta, transmitió al presidente norteamericano Pierce -cuando éste le formuló un ofrecimiento para la compra de la tierra de su pueblo- un mensaje similar a: "nuestra tierra no la heredamos de nuestros padres, la pedimos prestada a nuestros hijos". Tomemos pues conciencia 'global' de ello y empecemos ya a trabajar para restituir ese precioso préstamo en condiciones saneadas y equilibradas.

Gustavo Duch
Veterinarios Sin Fronteras.

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